jueves, 4 de diciembre de 2014

AFÁN


Novena en arte mayor

Atisbando a través de la ventana
consume la mayor parte del día,
anhelando llevarse la alegría
de verlo aparecer una mañana.
Tanto tiempo hace ya que no lo mira,
que convencida está que si lo hiciera,
cual Zenobia y su reino de Palmira,
renacería todo a lo que aspira
floreciendo otra vez su primavera.


C. Abril C.


De Zurrapas


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miércoles, 3 de diciembre de 2014

PÉRDIDA


Carillón


Ya no se mira en sus ojos de gata
ni canta coplas en aquella esquina,
ya no toma chatos en la cantina
ni dibuja besos en su posdata.

Ella, ya no espera tras la cortina
que serpentea suave en la ventana,
ni su madre hace ya de carabina
sentada en el umbral como una rana.

Ahora le ha invadido la desgana
y le ha desparramado su desvelo,
lo mismo que una espiga se desgrana
al pisarla las bestias en el suelo.

De repente un día se puso mala,
y se fue apagando aquella zagala
poco a poco como una lamparilla.

Un día lluvioso ahogó su sino.
Siendo fugaz, pero intenso el camino
que siempre anduvo dichosa y sencilla.

A su partida no puede habituarse,
porque jamás volverá a contemplarse
en aquellos ojos color vainilla.


C. Abril C.


De Inquietud permanente


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martes, 2 de diciembre de 2014

EL JARDÍN


Sonetino*

Rosas florecen
en los jardines,
que desmerecen 
a los jazmines.

Ellos padecen,
y hacen mohínes,
después se crecen
pues son afines.

Y cohabitan,
no son extraños,
tienen ventura.

Luego marchitan,
ya que los años 
pasan factura.

C. Abril C.

De Bajo este cielo

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* Soneto pentasilábico introducido por Amado Nervo

lunes, 1 de diciembre de 2014

LA SIEGA


Tercetos monorrimos

En el medio de aquélla serranía,
como siempre, al despuntar el día,
las cuadrillas formaban batería.

Eran más de cuarenta los braceros,
y mientras preparaban los aperos
se oían gorjear a los jilgueros.

El más joven tenía doce abriles,
y además de remendar los mandiles
se ocupada de llenar los barriles.

Eran tres avezados manijeros
los que guiaban a todos los obreros,
y segando, siempre eran los primeros.

Las vertebras a punto de fractura,
por aquélla frenética locura
de tallar a la mies por su cintura.

Y al transponer el sol tras las montañas,
todos parecían tener pirañas
comiéndole la flor de sus entrañas.


C. Abril C.


De Terrones pardos


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